Hace un par de años tuve la idea
de desprenderme de uno de los libros al que más cariño le tenía dentro de mi biblioteca
personal, todo con el fin de compartir una experiencia fresca y distinta. Me
planteé el desafío de hacer una original y curiosa invitación; es así como nace
y decido darle vida a la idea de un libro viajero, un libro cuya misión era
pasar de mano en mano compartiendo una historia y dándole la posibilidad a un anónimo de leer una vida y de compartir si lo deseaba una carta para el próximo
dueño del libro.
El primer libro viajero lo dejé
en una escuela harán 3 o 4 años atrás; lamentablemente le perdí el rastro, pero
me gusta imaginar que sigue cumpliendo su misión y sigue conversando con
distintas personas, nutriéndose y creciendo cada día que pasa en páginas. El segundo libro que se
volvió viajero está próximo a cumplir un año y aunque suene curioso, por azar, ha regresado a mis
manos momentáneamente y ha sido una sorpresa volver a verlo, principalmente
porque tiene marcas de haber vivido lindas aventuras, de haber sido hojeado,
leído, escrito, podría decir que he podido verlo envejecer (como se aprecia en
la fotografía), me pregunto a veces si ese libro pudiera hablar ¿qué me diría? Probablemente que no
se arrepiente de nada.
Para terminar con está breve
anécdota, te dejo la invitación de replicar esta idea y comenta aquí abajo tu
apreciación sobre el libro viajero. Saludos y como siempre digo: “hay que desempolvar
aunque sea un poco el alma”.
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