martes, 9 de febrero de 2016

El trasfondo de los graffitis, ¿Arte o vandalismo?

   No soy un crítico de arte ni tampoco alguien que ha realizado algún grafiti más allá de las paredes de su propia mente… Les he contado quien no soy, pero es necesario que os diga que soy una persona que algo entiende de las interpretaciones de las cosas que van pasando a su alrededor. Vivo en una ciudad que siendo lo bastante objetivo no es la más cuidada ni tiene muchos atractivos, más bien es una ciudad que en antaño tuvo años de esplendor y hoy, en algunos sitios, está ruinosa y abandonada a la suerte del paso del tiempo. Es curioso pasear por esos lugares porque esas ruinas se transformaron en el mural perfecto para artistas o vándalos que permanecen en el anonimato, porque nunca seré capaz de decir con exactitud de cuándo comenzaron a apoderarse de esas ruinas y las cubrieron con palabras, con murales, con firmas, con iniciales de sus nombres o los de alguien significativo para ellos…  Es necesario agregar a lo ya mencionado que en esas paredes también se recogen insultos, señas obscenas y rayas que no tienen otro fin que sólo rayar.
   Las preguntas  que por lógica hay que hacer son: ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué pretenden este grupo de personas con estos grafitis, tags o rayados de todo tipo? ¿Cuándo es arte y cuándo vandalismo? Y la respuesta a estas interrogantes y a otras relacionadas es la necesidad que tiene el hombre como ser humano de expresar y de dejar huellas, de encontrar una manifestación que de algún modo permita decir y demostrar a la sociedad en la que estamos insertos: “¡mírame! Estoy y existo”. No me parece demencial esta intención, principalmente porque estamos viviendo un ciclo y un tiempo donde la gran mayoría de la gente se caracteriza por la indiferencia y la incomunicación, es una sociedad que prefiere enviarse un mensaje de texto que mirarse a los ojos, que le cuesta conmoverse y sentir, que al final vela por sus propios intereses y ve sólo lo que necesita ver y punto. Debo decir que es aquí; en esta frontera en donde el arte y la gente que intenta hacer arte son imprescindibles, porque nos recuerdan pensar, sentir, mirar y reflexionar acerca de cómo estamos y porqué estamos así. En ningún caso pretendo justificar a las personas que se apoderan sin ningún pudor de espacios compartidos y rayan un insulto o un dibujo de un pene o de cualquier obscenidad, y puede que incluso ellos tengan una razón personal, pero hay que saber apreciar cuando un rayado logra mejorar un espacio; porque tiene un objetivo y una intención mucho más profunda que ser una simple raya que se vuelve una catarsis de desesperación por dejar una raya a la posteridad, cuyo fin es sumar a la destrucción y afear eso que antes de aquella raya que se puso era mucho mejor; a esos vándalos les diría: “cómprense un cuaderno o raye todas la veces que quiera las paredes de su casa”.


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